Composición corporal: deja atrás el IMC

La composición corporal hace referencia a la proporción de los diferentes componentes del cuerpo humano: masa magra, grasa, minerales y agua. Medir estos componentes es crucial para evaluar la salud y el estado físico de una persona.

A diferencia del IMC (Índice de Masa Corporal), que ofrece una visión limitada al no distinguir entre masa magra y grasa, la composición corporal proporciona una evaluación más detallada y precisa de los elementos que constituyen el cuerpo. En este post, analizamos los conceptos principales de la composición corporal.

La creciente epidemia de obesidad hace que el estudio de la composición corporal sea esencial. Comprender y tratar patologías derivadas de los desequilibrios en estos componentes, como el aumento de grasa visceral, la obesidad sarcopénica, la diabetes, la hipertensión o la pérdida de masa muscular, es vital para la salud pública.

A medida que la validez del IMC se cuestiona, parámetros como el porcentaje de grasa corporal y la relación músculo-grasa ganan importancia para valorar correctamente la salud de una persona.

InBody divide el cuerpo en cuatro componentes principales: agua, proteínas, minerales y grasa. El análisis de composición corporal mide la cantidad de cada componente y su proporción en el organismo.

Aunque no existe un valor ideal de grasa corporal, ya que este puede variar según el nivel de músculo, peso y altura de cada individuo, sí que existen rangos de normalidad. En el caso de la grasa corporal, InBody toma el rango de normalidad establecido, según el cuál el porcentaje de grasa corporal no debe superar el 20% ni ser inferior al 10% del peso corporal total. En mujeres, debe estar entre el 18% y el 28%. Sin embargo, cada caso debe analizarse individualmente para determinar los valores de normalidad.

El IMC clasifica a las personas según su peso en relación con su altura, pero no es un parámetro válido para valorar el estado físico. No distingue entre masa magra y masa muscular, ni considera la distribución de la grasa, la edad, el sexo y la composición genética. Por ello, el análisis de la composición corporal ofrece una evaluación más completa y precisa de la salud física.

Históricamente, se han desarrollado diversos métodos para el análisis y evaluación de la composición corporal.

1. Antropometría: Uso de medidas de pliegues cutáneos y circunferencias corporales para estimar la grasa corporal.
2. Pesaje Hidrostático: Considerado uno de los métodos más precisos, mide el desplazamiento del agua al sumergir a una persona para calcular la densidad corporal.
3. Pletismografía por desplazamiento del aire (Bod Pod): Mide el volumen corporal y, junto con el peso, estima la densidad y la composición corporal.
4. Absorciometría Dual de Rayos X (DXA): Utiliza rayos X de baja potencia para medir la densidad ósea y la composición corporal con alta precisión. Es considerado el Gold Estándar en análisis de composición corporal.
5. Imágenes por Resonancia Magnética (MRI) o Tomografía Computarizada (CT): Utiliza imágenes para determinar la cantidad y distribución de grasa y músculo, aunque solo se encuentra en contextos clínicos.
6. Bioimpedancia eléctrica (BIA): Este método mide la resistencia de los tejidos al paso de corriente eléctrica, dependiendo de la concentración de agua y la dimensión de los tejidos. La bioimpedancia asigna valores cuantitativos a los distintos componentes corporales cuya suma es igual al peso del individuo.

Entre estos métodos, la bioimpedancia eléctrica (BIA) se está convirtiendo en el método preferido por profesionales de la nutrición, del fitness y de los profesionales de la salud, como médicos y farmacéuticos, debido a su sencillez, rapidez y precisión.

El análisis de composición corporal es fundamental para una evaluación completa y precisa de la salud. Métodos como la bioimpedancia y los dispositivos InBody ofrecen mediciones detalladas que superan las limitaciones del IMC, permitiendo un enfoque más individualizado y efectivo en la gestión de la salud y el estado físico.

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